La presencia y mirada compasiva es la clave, para proporcionar paz en un espacio terapéutico. Esto facilita una interacción tranquila y de confianza, necesaria para que nuestro acompañado se sienta aceptado y seguro en nuestra compañía. Estas condiciones ayudan a generar la apertura necesaria para que las condiciones de sanación se produzcan. La compasión bien entendida, desarrollada a través de la práctica para con uno mismo, provee automáticamente lo mismo hacia los demás. Somos espejo, y lo que yo veo en mi, lo veré en ti.
Cuando nos regalamos presencia compasiva, nos aquietamos y nos permitimos entrar a nuestro interior para escucharnos y permitimos que nuestro cuerpo se exprese, por medio de sensaciones nos dirá como se encuentra, lo mas probable es que sea a través de tensiones, ruidos o algún movimiento anómalo.
Un camino hacia la pasividad activa
Transitamos compasivamente indagando previamente en las múltiples maneras que estamos ejerciendo una "desarmonía" en nuestro ser que nos convierte en violentos en un momento concreto. Hay diversas formas de violencia, que pueden llegar a ser muy sutiles e imperceptibles y no por ello menos agresivas. Podrían estar recubiertas de mascaras que nos engañen. Hay que tener en cuenta, que nuestra mente es capaz de inventar historias para confundirnos.
Por eso, es necesario, adentrarse hacia nuestro interior, y en uso total de nuestra plena honestidad, reconocer en que estamos. Podemos tener la tendencia de justificar nuestras actitudes dañinas, con palabras útiles para evadirnos de la situación, pero en el fondo solo nos dejaran más empequeñecidos.
La presencia compasiva, por el contrario, acepta, abraza y permite que la experiencia de lo que esta ocurriendo en nuestro interior sea "tal cual es". La humilde honradez de esa totalidad nos libera y desencadena ráfagas de luz, en nuestros estados sombríos.
Claves para estar en presencia compasiva
- Dedicar momentos de contacto íntimo con uno mismo
- Abrirse a la experiencia que surja en aquel momento
- Mantenerte en el momentos presente, sin intentar cambiar nada. Solamente aceptar.
- Desde ese estado de aceptación, y de la consiguiente quietud, es más fácil que podamos tomar contacto con nuestro corazón. En ese punto, conectamos con el Amor que somos, abriéndonos a la posibilidad de ser compasivos con los otros.
Cuando estamos en presencia de la otra persona poniendo la voluntad de soltar etiquetas y mente enjuiciadora, entramos a un espacio que denomino "sagrado" porque nos rendimos a lo que surge. Nos permitimos soltar y sentir plenamente toda la energía, que a modo de bálsamo, va sanar lo que nos tenía sujetos, y esto posibilita que el proceso de transformación profundo se lleve a cabo.
por Morella Martínez