Desde hace dos milenios, podríamos decir que la cultura occidental se ha alejado de su cuerpo, permaneciendo este recluido a la sombra. Normalmente cuando algo se restringe, sucede que bloquea el natural fluyo energético que en corto o largo plazo desencadera en consecuencias perjudiciales. Han habido muchos factores que fueron colaborando con este olvido, siendo los principales los religiosos y científicos.
Fruto de esta falta de contacto con nuestra naturaleza se ha creado una división entre el cuerpo y la mente. La cultura favorece el desarrollo del hemisferio lógico izquierdo y promueve la lucha que sostiene el ego individual, alejando al mismo tiempo la conexión y el crecimiento intuitivo derecho y parte corporal esencial para nuestro bienestar. Este desbalance, termina separando todo tipo de polaridades: carne/espíritu, egoísta/altruista, pecador/inocente.
Las terribles consecuencia de esto puede generar en nuestra vida:
- culpabilidad y vergüenza asociadas a nuestras funciones corporales
- pérdida de armonía y espontaneidad natural de nuestros movimientos
- lucha de enfermedades psicosomáticas
- consecuencias que ocurren en nuestro tiempo, adicción al sexo, drogas, trastornos alimenticios
Existen diversos aspectos para tomar en cuenta en terapia
No podemos negar la importancia de estar vivo, nosotros queremos estar vivos, y paradójicamente dejamos de lado muchos elementos imprescindibles, el primero respirar, después movernos, rehusamos sentir, por miedo, quizás a vivir también.
Los principios y prácticas del trabajo en terapia corporal se basan en el concepto de una identidad funcional entre mente y cuerpo. Lo que significa que un cambio en la personalidad está condicionado a un cambio en las funciones del cuerpo. En las personas emocionalmente enfermas, tanto la respiración como el movimiento está perturbados por tensiones crónicas musculares. Estas tensiones son la contrapartida fisiológica de conflictos psicológicos.
Estas rigideces y cualquier dolor, ruido o palpitación de nuestro cuerpo anómala, nos informan de que algo no esta marchando del todo bien. Los conflictos se estructuran en el cuerpo como una restricción de la respiración y una limitación de la movilidad. Solo soltando dichas tiranteces y resolviendo los problemas mentales, podemos hablar de una mejora significativa en nuestra personalidad.
Lo recomendable, sin duda moverse para la restauración de la espontaneidad natural del cuerpo y desarrollar el control del ego adecuado. Una personalidad saludable es una personalidad vibrante y un cuerpo en estado óptimo. Sin embargo, un cuerpo demasiado agitado tampoco es estupendo. Se recomienda en especial el Yoga, Biodanza o algún deporte que no se haga con exageración. Recordemos que el punto medio es lo sabio.
por Morella Martínez